La vida en Armariz en los años 50/2 - Festividades y Ocio

Festividades y Ocio

Baile de los años 40
Para leer el artículo completo clicar en "Seguir leyendo"



INTRODUCCION

Las festividades y momentos de ocio que rompen la rutina de las obligaciones diarias son el común denominador en todas las culturas humanas. Son momentos para socializar, profundizar en los lazos familiares, facilitar las relaciones entre los jóvenes que terminan en relaciones de pareja, diversión para los niños y placer para el paladar con una gastronomía muy especial para esas fechas.

En la época que yo viví mi infancia en Armariz, allá por la década de los cincuenta, en medio del duro trabajo diario y de las casi primitivas condiciones de vida, la gente sabía divertirse. Tal vez, precisamente por esa dureza de vida, los momentos de diversión eran vividos con una intensidad y sencillez que resultan difíciles de explicar y entender por la gente de hoy en día. Hay que recordar que no existía la televisión, ni cine, ni conciertos, ni cafeterías, ni internet, ni ninguna de las múltiples oportunidades de ocio que una sociedad tan hedonista como la nuestra nos ofrece en la actualidad. Las celebraciones se esperaban con ilusión y se vivían con la intensidad propia de la gente sencilla, natural y espontanea.

El año y sus estaciones marcaban el calendario de los trabajos agrícolas y las festividades, tanto las religiosas, como las paganas asimiladas por el cristianismo. La sabiduría popular plasmaba en coplas, dichos o refranes, tanto máximas filosóficas como predicciones meteorológicas, como la siguiente:

Xaneiro xiadeiro,
febreiro verceiro,
marzo airoso
abril chuviñoso
maio ventoso
San Xoan caloroso
fan o ano formoso.

DESCANSO DOMINICAL
Mozas con traje de domingo preparadas para el baile

Los domingos eran los únicos momentos de un relativo descanso y de ruptura de la rutina diaria. Digo relativo, ya que por lo menos los animales debían ser atendidos. Preparar la comida de los cerdos, dar de comer a las vacas o sacarlas a pastar al campo, ordeñarlas, recoger los huevos de las gallinas y darles su alimento, o incluso sembrar un campo si una lluvia oportuna aconsejaba hacerlo en ese día, amén de otras muchas tareas domésticas, como acarrear agua de la fuente o subir leña para el fuego. Estas eran algunas de las tareas inaplazables que debían hacerse antes de arreglarse para asistir a la misa parroquial, a donde se acudía con la ropa de los domingos.

La misa dominical era el momento de reunión de toda la comunidad a la que pocos vecinos faltaban. Esta ceremonia, al margen de su significación religiosa, ofrecía la oportunidad de socializar con los vecinos, interesarse por su estado de salud, por sus proyectos y posibles tratos comerciales, además de servir de noticiario de los últimos cotilleos de la aldea. Los feligreses eran convocados a este rito semanal mediante el toque de campanas. Se anunciaba la misa con tres toques de campana, terminando el primero con un toque final más distanciado, el segundo con dos toques finales y el tercero con tres toques. Finalmente, cuando el cura salía de la sacristía para comenzar la celebración se daban tres campanadas.
Antiguo Salón de Baile

Tampoco había entonces periódicos en el pueblo, por lo que las comunicaciones eran esencialmente verbales. Creo que la única persona con cierta información, por recibir regularmente el periódico, era el maestro del pueblo, viviendo el resto de vecinos sus vidas con total ignorancia de lo que ocurría en el resto del mundo. En cualquier caso, los acontecimientos lejanos poco podrían cambiar sus elementales condiciones de vida, por lo que tampoco merecían mucho su atención.

En frente de la iglesia, en una de las esquinas del atrio, hay un gran árbol, un arce, llamado en gallego “pedrairo”, con un banco a sus pies. Era en el “pedrairo” donde se clavaban los bandos o notificaciones importantes para los vecinos. La misa dominical era el momento de enterarse de cualquier noticia oficial clavada en dicho árbol. El pago de una contribución, convocatoria para arreglar los caminos, o cualquier otra noticia relevante que afectara al pueblo se anunciaban allí.
Pedrairo en el atrio de la capilla de San Ramón

Terminada la misa y las conversaciones posteriores, los feligreses regresaban en grupos a sus respectivas aldeas y casas. Algunos hombres iban a la taberna para tomar un vaso de vino y charlar con los amigos, especialmente si hacía tiempo que no se veían debido a una ausencia motivada por las habituales temporadas de trabajo en algún otro lugar lejano. La comida dominical reunía a toda la familia en una comida que poco se diferenciaba de las del resto de la semana, salvo el espíritu festivo y la alegría de no trabajar ese día. El aliciente principal para los jóvenes era asistir al baile semanal que se celebraba por la tarde en el salón de baile del pueblo.

Salón de Baile


Todos los domingos y festivos concurrían los jóvenes al baile. El horario dependía de la época del año. En verano se iba por la tarde entre las seis y las siete, cuando aflojaba el calor, y duraba hasta el anochecer. En invierno comenzaba mucho antes, pero siempre regresando al anochecer. La música era en vivo, interpretada con un acordeón, y a veces incluso cantada por el propio acordeonista. La familia de Los Ratos, con un gran sentido musical innato, ejerció esta facultad artística durante muchos años para alegría de todos sus vecinos. Creo recordar que fue precisamente a finales de los años cincuenta cuando se hizo un salón específico de baile. Anteriormente se celebraba dicho baile en una de las tiendas-taberna de la parroquia, habiendo variado de ubicación varias veces a lo largo del tiempo. Se retiraban las mesas de madera usadas para la partida de cartas y el café, y se distribuían algunos bancos por las paredes del contorno para descanso de las mozas entre baile y baile. El acordeonista se subía a una de las mesas, y sentado en una silla, interpretaba su repertorio o las peticiones de los asistentes. Los gustos musicales de la época estaban dominados por los pasodobles, los tangos, alguna muñeira y similares.
Paseo delante del Salón de Baile de la Torre a Cardares

 

Al baile asistían los mozos y mozas de la parroquia e incluso algunos venidos de otros lugares vecinos. Los hombres pagaban una entrada aparte de sus consumiciones. Iban llegando los jóvenes y cuando el local estaba ya lleno comenzaba a sonar la música en un ambiente sumamente alegre y bullicioso. Salían a bailar las mozas en parejas, se acercaban dos mozos y solicitaban baile. El acceder a la petición o no dependía del gusto de las mujeres, en un rito universal propio del galanteo humano. Si ya tenían mozo, es decir novio, entonces charlaban sentados o bailaban ocasionalmente con su pareja. También se acostumbraba salir al camino, especialmente en verano, para dar cortos paseos desde el salón hasta Cardares, o se sentaban en los paredones enfrente del baile para charlar un poco más en privado. En aquella época eran los hombres los que invitaban a las mozas. Como ya he comentado en otras entradas, la variedad de bebidas era muy limitada. Podía consistir en vino o cerveza con gaseosa, o bien gaseosa con una copa de licor café y poco más.
Típico ambiente de baile

 
Se acudía al baile, y luego se retornaba a los distintos lugares de la parroquia, en grupo formado por los jóvenes de cada lugar. Se lucía la mejor ropa que se tenía, que ciertamente no era mucha. La ropa de los domingos consistía con frecuencia en el único vestido nuevo disponible que se usaba para cualquier ocasión especial. Se usaba casi siempre el mismo vestido o traje hasta que pudiera comprarse otro nuevo, que generalmente se estrenaba en la fiesta mayor de la parroquia. A partir de ese momento el nuevo vestido iba a ser el de los domingos durante todo el año siguiente.

NAVIDADES Y REYES

Niños disfrazados de clérigos


En Navidad, año nuevo, y el domingo y el martes de carnaval había verbena o foliada en el salón de baile, además del baile de tarde, que se alargaba hasta la medianoche. La vuelta a casa no era fácil porque no había ninguna luz aparte de la luna y las estrellas. Los mozos alumbraban el camino con los tradicionales focos de petaca a pilas que siempre llevaban en un bolsillo de su chaqueta. En décadas anteriores la única fuente de luz portátil eran los faroles de aceite o antorchas improvisadas. Cuando llovía, los caminos eran una sucesión continua de charcos y barro que solo se podían evitar saltando de piedra en piedra.

Las fiestas navideñas que yo recuerdo no tenían en Armariz una especial significación festiva. El invierno no era muy propicio para celebraciones. El día de noche buena por la tarde acudían los hombres a la tienda-taberna donde se jugaban a las cartas la “rapa”, que era una ración de higos pasos, casi el único dulce especial para esa noche. En aquella época ese día era de abstinencia, es decir, que no se podía comía carne por prescripción eclesiástica. Po tal motivo, una comida típica de ese día era el bacalao con repollo o col blanca. Yo no recuerdo que hubiera nunca la misa del gallo a las doce de la noche, aunque creo que en épocas anteriores, con otro párroco, sí se llegó a celebrar. Tradicionalmente el día de Navidad el cura celebraba tres misas por la mañana, ya que tienen lecturas distintas según la hora de su celebración. Vienen a ser la concentración por la mañana de la misa de la noche o del gallo, la misa de la aurora, y la misa del día. Las familias solían reunirse para la comida, aunque yo no lo recuerdo como una celebración especial. Tampoco recuerdo ningún dulce típico, donde el turrón era totalmente desconocido, así como cualquier otro capricho, salvo los mencionados higos y las uvas pasas. Por la tarde se celebraba el habitual baile y por la noche excepcionalmente se acudía a la verbena.

He oído que en algunos lugares de Galicia se ponía un plato adicional en la cena de noche buena para las ánimas de los fallecidos de la familia, o se dejaba el fuego encendido y la mesa puesta para que también acudieran las ánimas de los familiares ausentes. Yo no recuerdo haber visto esto en mi familia aunque no puedo decir que no se hiciera en otras casas.

El día de los santos inocentes no tenía en nuestro pueblo una significación especial, salvo alguna inocentada o travesura que algún mozo de buen humor solía gastar. Esa celebración pasaba casi desapercibida, contrariamente a lo que ocurría en otros lugares de Galicia, donde no se trabajaba, ya que se creía que todo lo que se hiciera en ese día saldría mal.

Tampoco recuerdo ninguna celebración especial en noche vieja. Por el contrario, el día de año nuevo se celebraba el santo de los Manueles y era considerado un día festivo de los grandes. Se acudía a felicitarlos por la mañana después de misa, siendo invitados los amigos o cualquiera que por allí pasase a una copa y alguna galleta. La comida era de día de fiesta, especialmente si había algún Manuel en la familia, que por otra parte era muy habitual. Por la tarde se celebraba baile y por la noche verbena.

Otra tradición popular que yo recuerdo era la petición del aguinaldo por los mozos del pueblo en la víspera de Reyes. Iban en grupos recorriendo las casas de la parroquia y cantando coplas o canciones típicas del momento, llamadas panxoliñas. Recibían como regalo de Reyes un par de chorizos, o huevos, o vino, o pan, o alguna otra cosa en especie de lo que hubiera en cada casa. En esta ronda acompañaban sus cantos con algún instrumento musical popular, como una pandereta, rascado de botella de anís, o el sonar de algunos hierros. Una vez hecha la ronda, el día de Reyes se reunían todos en la taberna del pueblo y se hacía un gran cocido en vino de los chorizos, celebrando de esta manera la festividad. A continuación se asistía al baile por la tarde, rematando el día con la verbena por la noche.

Paso a reproducir algunas de estas panxoliñas que se cantaban para pedir el aguinaldo:
Déano-lo aguinaldo
anque sexa pouco
Un touciño enteiro
e a metade doutro.

Si la casa era generosa y daba el aguinaldo, entonces le dedicanban una panxoliña de agradecimiento:
Nesta casa caleada,
caleada de pemento,
que por moitos anos vivan
os señores que están dentro.

Si por el contrario el dueño de la casa no colaboraba, entonces le cantaban panxoliñas mordaces, como muestran los tres ejemplos siguientes:
Cantámoslle os reis
guedellos de cabra
Cantámoslle os reis
e non diches nada.

Cantámosche os Reises,
canela de cabra,
fuciño do cocho,
orella queimada;
cantámosche os Reises,
non nos diches nada.

Esta casa é de palla
esta casa non val nada
Cantámosche os reises
do quiquiriquí
se non nos dás nada
cagámosche aquí.

Otros ejemplos de panxoliñas navideñas, ya de carácter general:
Ano novo con ben veñas,
como o sol entre as estrelas,
os cabritos coas cabras
e os años coas ovellas.

Ano novo aí nos vén,
Dios nolo traia con ben,
Dios nos dea tantas ovellas
como no ceo hai estrelas.

CANDELARIA - FEBRERO

Candelas de la Candelaria


La Candelaria se celebra el 2 de febrero y es considerada la fiesta del amor. Según la tradición, en esa fecha se casan los pájaros, indicando que la mitad del invierno ya está pasado, comenzando el final de las largas noches y de los días con poca luz. También por esas fechas se recomienza el ciclo de cultivos con las primeras siembras del año. Las candelas que se encendían en cada hogar para celebrar la festividad, simbolizaban el regreso de la luz.

Refrán sobre el apareamiento de los pájaros:
A partir da Candelaria, ningunha ave voa soa.

El siguiente recitado tradicional ilustra la celebración de la Candelaria:
Cando a Candelaria chora,
medio inverno vai fóra;
que chore, que deixe de chorar,
a metade do inverno está por pasar.

En esa fecha el cura bendice las candelas en la iglesia, permaneciendo encendidas toda la misa, llevándose luego cada uno la candela a su casa. Estas candelas servirán para proteger el hogar en las tormentas, las enfermedades y para iluminar el camino de las almas que dejan este mundo.
Purificación de la Virgen y presentación del niño en el Templo

 

En esta fecha la iglesia celebra la purificación de la Virgen. También en la época que yo recuerdo las mujeres después del parto debían esperar un cierto tiempo antes de poder salir de casa o entrar en la iglesia. Cuando pretendían normalizar su vida de nuevo debían acudir a la puerta de la iglesia y esperar que saliera el cura y el sacristán para darle la bendición de purificación. A continuación ya podía entrar la mujer en la iglesia con una candela encendida y quedando purificada y normalizada su vida de nuevo. También se debía contribuir pagando al cura con una gallina.

El origen de este rito de la purificación viene del Antiguo Testamento, Levítico 12, donde se establecía que la mujer después del parto quedaba impura. Debía permanecer 40 días recluida antes de salir de casa por primera vez para ir al templo a presentar a su hijo, debiendo además realizar una ofrenda de dos tórtolas. Aunque este rito no fue asumido por la iglesia católica, sí fue una tradición, que al menos en ciertas regiones españolas se ha practicado hasta los años cincuenta. La cuarentena no siempre fue respetada, acortándose en la práctica este período, que quedó limitado al tiempo necesario para que la mujer pudiera retomar las labores habituales.

San Blas se celebra el 3 de febrero, y el refranero dice:
Polo San Brais, hora e media máis.

Otro recitado referido al mes de febrero conocido en el pueblo es el siguiente:
Vaite, febreiriño corto,
cos teus dias vinteoito,
que, se tiveses máis catro,
non quedaría can, nin gato.

Las fechas más significativas del carnaval en Galicia son las siguientes:
Domingo fareleiro
Domingo oleiro
Xoves de compadres
Domingo corredoiro
Xoves de comadres
Domingo de entroido
Luns de entroido
Martes de entroido
Mércores de cinza

CARNAVAL

Estatua al Felo de Maceda
Estatua al Felo de Maceda


En nuestra parroquia, según yo recuerdo y me han contado, la celebración del carnaval comenzaba el domingo corredoiro, que es el anterior al domingo de carnaval, continuaba toda la semana hasta el domingo de carnaval y terminaba el miércoles siguiente o miércoles de ceniza.

El domingo corredoiro daba el toque de salida para comenzar los disfraces y la diversión propios de los carnavales. Los disfraces eran muy artesanales y sencillos, hechos con ropas viejas y estrafalarias rematados con una máscara confeccionada con cartón, hojalata o madera, que cada uno se hacía para sí. Estos hombres disfrazados y de rostro oculto se llamaban “felos”. Se ataban a la cintura unos cencerros o campanillas de las vacas para producir ruido al andar o saltar. Las máscaras fueron prohibidas en la posguerra quedando muy reprimido y limitado este tipo de manifestaciones festivas, si bien en los pueblos pequeños se continuaron celebrando con cierta discreción. La gente joven se disfrazaba al anochecer, cuando ya habían terminado las labores domésticas. Había otro tipo de disfraces que no ocultaban el rostro, y que eran la mayoría, que consistían en imitación de vestidos largos de época, tocados con sombreros y adornados con cintas de colores, dando rienda suelta cada uno a su creatividad. Los hombres que llevaban esos disfraces se llamaban “galans“ y las mujeres “madamas”. La trasgresión también consistía en disfrazarse alguna mujer de hombre o al contrario.

Durante toda la semana, entre el domingo corredoiro y el domingo de carnaval, venían grupos de mozos y mozas de otras aldeas o lugares, y a la inversa, de forma que casi todos los días organizaban algún baile improvisado con panderetas y acordeón. Los días grandes de la celebración eran el domingo, lunes y martes de carnaval. Durante todos estos días, cualquiera podía poner las “barbas” a quien encontrara en su camino, especialmente a las mozas. Esta costumbre consistía en tiznar con hollín la cara de las personas. Se untaban las manos en el hollín de las lareiras, de los hornos o de los pucheros de hierro para luego restregarlas en la cara de las personas. También se mojaba a la gente con los “cichotes”, que eran una especie de jeringas grandes hechas con la caña de una escoba, a las que se aplicaba como émbolo un palo con un trapo en la punta para hacer presión sobre el agua de su interior y proyectar el chorro por el agujero de la punta sobre las personas. Los “felos” entraban en las cocinas de las casas trasteando y enfadando a los moradores, amparados en el anonimato que ofrecía la máscara.
Tiznar la cara - Poner las "barbas" durante el Carnaval

El domingo de carnaval y martes de carnaval eran los días grandes. Se hacía entonces comida de fiesta, siendo típica la cachucha y otros productos del cerdo, no debiendo faltar tampoco las filloas o el arroz con leche. Eran estas comilonas el preludio de la abstinencia a practicar durante la Cuaresma. Hay que señalar que estos dos días eran realmente festivos, con baile por la tarde y verbena por la noche en el salón.
Pasacalles de los Felos de Maceda

Aunque yo no recuerdo haberlo visto nunca, me cuentan que antiguamente incluso se hacía el entierro de la sardina el miércoles de ceniza. No tengo ningún dato de este acto en nuestro pueblo.
Felos de Maceda

Hai nenas que se fan finas
e non queren a calquera
cando se lles pasa o tempo
un antroido, quen llo dera.

Adiós, martes de antroido,
adiós, meu amiguiño,
hasta o domingo de Páscoa
xa non como máis touciño.

CUARESMA Y SEMANA SANTA
Modelos de Bula de la Santa Cruzada vigente hasta los años 60s.

El miércoles de ceniza comenzaba la Cuaresma, que son los cuarenta días que median hasta el domingo de Pascua. Estas seis semanas marcaban un tiempo de ayuno y abstinencia para los creyentes, que en aquella época eran la mayoría. Era tiempo de penitencia, por lo que quedaba suprimida cualquier manifestación festiva o de alegría colectiva. En el pueblo se suspendía el baile de los domingos, que era sustituido por paseos de mozos y mozas en las proximidades del salón de baile. Cuando ya hubo radio, en la segunda mitad de los años cincuenta, la programación de la Semana Santa era exclusivamente de música sacra, rosarios, sermones, retrasmisión de los oficios y actos religiosos similares. Este tipo de programación se prolongó hasta bien entrados los años setenta.

El Domingo de Ramos era muy vistoso. Los chicos y mozos del pueblo cortaban grandes ramas de laurel lo más grande posible, rivalizando sobre el tamaño, que adornaban con cintas de papel de colores u otros detalles, colocándose en las primeras filas de la iglesia durante la misa. Los niños también llevaban su ramo, adornado en algunas ocasiones con algún caramelo colgando. También las mujeres llevaban unas ramas más pequeñas, también de laurel o de olivo, aunque estos últimos son arboles muy raros por nuestra zona.

En la Semana Santa acudían a la iglesia parroquial predicadores enviados desde Orense, para preparar a los fieles para cumplir con el precepto de confesarse y comulgar por lo menos una vez al año por Pascua Florida. Según me cuentan eran sermones aterradores, basados en los terribles castigos que se soportarían en el infierno eterno, si no se arrepentían de los pecados y hacían propósito de la enmienda. La viva oratoria de estos predicadores, unido al espíritu sencillo de los paisanos, seguro que dejaba en ellos una profunda huella. Se celebraban estos sermones al atardecer, y sin duda quitaron el sueño a más de uno.

El rigor en expresar el sentimiento de dolor y tristeza durante la Semana Santa llegaba al extremo de tapar con tela morada o negra las imágenes de la iglesia. Al margen de estos actos de examen de conciencia, dolor de los pecados y propósito de la enmienda, no recuerdo que se hiciera ninguna otra ceremonia especial durante la Semana Santa. No se hacía ninguna procesión, ni viacrucis, ni oficios divinos, ni ninguna otra ceremonia especial. De hecho, en algunas ocasiones el cura párroco se ausentaba del pueblo durante esos días. Todo este ambiente de dolor y tristeza terminaba el domingo de Pascua, con la misa, comunión anual y encendido del cirio pascual.

El sábado anterior al domingo de Pascua por la mañana, a las diez de la mañana, repicaban las campanas. En ese momento, ya resucitado Jesús, se daba por terminada la Semana Santa, retornando a la alegría habitual. El cura bendecía el agua, que era recogida por los parroquianos para llevar a sus casas en una botellita o recipiente cualquiera para proteger el hogar de toda desgracia durante todo el año.

Según el Decreto de la Sagrada Congregación del Concilio del 28 de enero de 1949, contemplando el privilegio de la Bula de la Santa Cruzada, los días de de ayuno y abstinencia en España se fijaban de la siguiente manera:

Días de abstinencia sola: todos los viernes de Cuaresma.
Días de ayuno y abstinencia: el Miércoles de Ceniza, el Viernes Santo, la vigilia de la Inmaculada Concepción, y de la Natividad del Señor, que se anticipa al sábado de Témporas, es decir, el sábado anterior a Navidad.

Comprando la Bula, se podían tomar huevos, productos lácteos y pescado cualquier día, incluso los de ayuno.

Los fieles que no compraran la Bula y su indulto, pecaban mortalmente si no respetaban:
Abstinencia todos los viernes del año.
Ayuno todos los días de cuaresma y
Abstinencia con ayuno el miércoles de ceniza, y todos los viernes y sábados de cuaresma.

La Bula de la Santa Cruzada fue concedida a los Reyes Católicos por el Papa Julio II en 1509. Inocencio III fue el primero que a principios del siglo XIII concedió la cruzada a España a semejanza de la concedida a los Cruzados cristianos que fueron recuperar Tierra Santa. Los sucesivos Pontífices continuaron con la concesión, siempre por tiempo limitado, renovándose periódicamente. El importe recaudado se destinaba inicialmente a financiar la guerra contra los sarracenos, para emplearse más tarde en el sostenimiento de la iglesia.

El precio de la Bula variaba en función de la capacidad económica de los fieles. Comenzaba con un precio de 50 céntimos, siendo la más cara la de 10 pesetas. Se adquirían en la sacristía de la parroquia.

Tras el Concilio Vaticano II, en 1966, Pablo VI suavizó las normas para el cumplimiento del ayuno y abstinencia para todos los católicos. Mantuvo el carácter penitencial del viernes con la obligación de abstenerse de comer carne. Liberó de esta obligación a los menores de catorce años, que anteriormente se exigía desde los siete años, haciendo simultáneamente más llevaderas las normas del ayuno cuaresmal. Ese mismo año, la Conferencia Episcopal anunció la desaparición definitiva de la tradicional Bula de la Santa Cruzada.

Aunque es un tema ajeno a mis recuerdos, como simple curiosidad indico a continuación como se calculan las fechas de Semana Santa, ya que todos sabemos que son celebraciones móviles que varían de fechas cada año. Se debe empezar por fijar la fecha del domingo de Pascua, que es el primer domingo siguiente a la primera luna llena de la primavera. Detectado este domingo, se cuentan hacia atrás cuarenta días, sin incluir los domingos, con lo que llegamos al miércoles de ceniza. Ese período de cuarenta días entre el miércoles de ceniza y el domingo de Pascua es la cuaresma.

SAN JUAN
Huevo premonitorio de la Noche de San Juan

Otra fiesta muy arraigada en la mocedad era la noche de San Juan, conocida como “das canceliñas”. Se reunían de noche los mozos, que se escapaban de casa cuando ya todo el mundo estaba durmiendo, y se dedicaban a hacer travesuras, escondiendo los cierres de los campos o cancelas, atravesando carros en los caminos sacándolos de los patios, cambiando de sitio los aperos de labranza y travesuras similares, para enfado y desespero de los mayores que al día siguiente no encontraban lo que había sido escondido o cambiado de sitio.

También cuenta la tradición que si en esta noche se deja un huevo de gallina en un vaso lleno de agua a la intemperie, a la mañana siguiente se ve allí el futuro. En la noche de San Juan se llena un vaso grande de cristal con agua de la que se bebe habitualmente, de la fuente o del pozo. Se toma un huevo fresco de gallina, se casca con cuidado y se vierte en el agua del vaso, tapándolo a continuación con un paño blanco.  Se deja el vaso a la intemperie en el quicio de una ventana abierta o entreabierta toda la noche, pero permitiendo en todo caso que reciba la luz del alba. A la mañana siguiente se mira la figura que formó la clara y se interpreta. Las figuras más habituales pueden ser, un barco con sus velas desplegadas que augura un viaje; un vestido de novia que anuncia una próxima boda; o incluso un cementerio que es un claro presagio de muerte. Si al alba del día veinticuatro la clara tiende a flotar en el agua imitando el velamen de un barco es presagio de un año venturoso, pero si por el contrario queda como aplastada es aviso de mala suerte. Algunas personas, en lugar de echar en el vaso con agua el huevo entero, toman solamente la clara del huevo habiendo separado previamente con mucho cuidado la yema.

FIESTAS CERCANAS
Banda de música típica de las fiestas

En una época con tan pocas distracciones, el baile dominical y las fiestas patronales de los pueblos vecinos constituían el mayor atractivo para la juventud, momentos que esperaban con ilusión e impaciencia. Para acudir a las fiestas de otras parroquias el camino no era fácil. Estamos hablando de una época donde no había carreteras ni coches. El camino se hacía andando, y aunque la mayoría de las fiestas se celebran en verano, con lo que se evita la lluvia y el barro, sin embargo el calor y el polvo eran dificultades añadidas, no siempre pequeñas. Las mozas usaban zapatillas para el camino, y antes de llegar lavaban los pies en cualquier arroyo o fuente y se ponían los zapatos, quedando las zapatillas escondidas detrás de unas matas hasta el momento de retomarlas para la vuelta. Este recorrido suponía andar entre dos y tres kilómetros para llegar al lugar de la fiesta.
Grupo de amigos en un día de fiesta en un pueblo vecino

A estas fiestas de parroquias cercanas se acudía en grupo, formado por amigas o amigos del propio lugar. Si se tenía algún familiar en ese pueblo se podía ir de invitado para completar el día, con misa, comida y posterior baile y verbena. A los pueblos vecinos solo los mozos iban a la verbena, ya que sería impensable que las mozas salieran de noche sin la compañía de sus padres.
Mozos de fiesta

Las fiestas de los lugares que rodean nuestra parroquia, a las que se acostumbraba asistir, son las siguientes:
Faramontaos, San Blas, 3 de febrero
Loñoá, San Antonio, 13 de junio
Eiradela, San Cayetano, 6 de agosto
Lobaces, Las Nieves, 6 de agosto
Faramontaos, la Asunción, 15 de agosto
Loña, Virgen del Monte, 15 de agosto
Loña, San Roque, 20 de agosto
Santa Cruz, San Bartolomé, 24 de agosto
San Miguel, O Carpazal, 8 de septiembre
Covas, San Ciprián, 14 septiembre
Mundín, El Pilar, 12 de octubre

SAN CRISTOBAL Y OTRAS ATRACCIONES
Grupo de amigos en la fiesta del pueblo

La fiesta de San Cristóbal se celebra el 10 de julio, siendo este santo el titular de la iglesia vieja del cementerio y patrón de nuestra parroquia. Ya expliqué en mi post sobre la Fiesta de San Ramón, que la fiesta mayor de la parroquia se celebra el día de San Ramón, el 31 de agosto, siendo este santo el titular de la capilla donde se celebran actualmente todos los actos religiosos.
Comida campestre en fiesta patronal

Aun no siendo la fiesta mayor, San Cristóbal también tenía su fiesta, aunque con menor presupuesto y asistencia que la de San Ramón. Se celebraba una misa en la iglesia vieja, con baile posterior en la explanada debajo de gran roble que la acompaña. Por la tarde se celebraba el baile en el lugar habitual de las fiestas parroquiales, el entrañable souto de San Ramón. La música era interpretada por la banda habitualmente contratada, con menos músicos en esta ocasión que los que se acostumbraba tener en la fiesta mayor.
Comida de campo en día de romería

Otra costumbre o tradición entre los jóvenes era que los jueves al atardecer acudían los mozos a casa de sus novias o pretendidas. Estas visitas eran habituales dedicando las horas a charlar o bromear sentados en las escaleras o el corredor de la casa. Eran reuniones públicas, siempre bajo el estrecho control y vigilancia de los padres o algún otro familiar.
Ambiente festivo en la Virgen del Monte de Loña

Al margen de las celebraciones y diversiones relatadas, recuerdo en una ocasión que acudieron por el pueblo unos titiriteros gitanos, con unos viejos carromatos muy coloridos. Ejecutaron un espectáculo que recuerdo como muy novedoso, ya que nunca había visto nada parecido. Ejecutaron ciertos ejercicios circenses, como contorsionismo realizado por una chica, juegos malabares, de equilibrio y algunos juegos de ilusionismo que dejaban a todos con la boca abierta, como era sacar una moneda de la oreja de algún espectador, y otros similares que ya no consigo recordar. Por momentos el espectáculo se acompañaba de música interpretada por una trompeta y panderetas, hasta donde yo puedo recordar vagamente. En estas raras ocasiones especiales acudía la mayoría de la gente, tanto joven como mayor, y no solamente los jóvenes como era el caso de los bailes.
Mozos de fiesta

Recuerdo también que en una ocasión vino al pueblo otra atracción, alguno de cuyos detalles aun conservo vivamente en mi memoria. Se trataba del cine. Yo era bastante pequeño en aquel momento. Lo que sí recuerdo es que no era una película que contara una historia, sino más bien fragmentos de escenas como extraídas de un noticiario. Se proyectó en una de las paredes de la tienda de Armariz, habiendo colocado los bancos alineados para acomodar a la gente. El local estaba abarrotado, ya que supongo que para muchos sería la primera vez que veían imágenes proyectadas en movimiento. En alguna escena aparecían coches desplazándose que impresionaron especialmente a la audiencia, porque algunos pensaron que podían ser atropellados por ellos. Fue una experiencia impactante. Hoy nadie se pregunta cómo es que aparece una imagen en una pantalla, se da por hecho. Entonces era una duda existencial. Cómo de una pared blanca podían surgir personajes que parecía que nos iban a tocar. Una experiencia impagable que difícilmente cambiaría por otras muchas que he experimentado a lo largo de mis viajes, donde todas son previsibles.

Otra atracción esporádica, que ocurría muy de tarde en tarde, era el paso de algún ciego con su lazarillo, que recitaba alguna copla o romance popular. A continuación el lazarillo pasaba la gorra a los asistentes para pedir la voluntad. En ocasiones vendían las coplas imprimidas en pequeñas hojas de papel. Un claro ejemplo de este tipo de coplas, de la que aun mi madre recuerda fragmentos, era la de San Antonio y los Pajaritos que reproduzco a continuación. Aunque es un poco larga considero que es un testimonio vivo y ejemplo de este tipo de mendicidad, de interés para quien sienta curiosidad, concluyendo aquí este post.
Mozos con traje de domingo para el baile

SAN-ANTONIO Y LOS PAJARITOS

Divino Antonio precioso,
suplícale al Dios inmenso
que por tu gracia divina
alumbre mi entendimiento.

Para que mi lengua
refiera el milagro
que en el huerto obraste
de edad de ocho años.

Desde niño fue nacido
con mucho temor de Dios,
de sus padres estimados
y del mundo admiración.

Fue caritativo
y perseguidor
de todo enemigo
con mucho rigor.

Su padre era un caballero
cristiano, honrado y prudente,
que mantenía su casa
con el sudor de su frente.

Y tenía un huerto
donde recogía
cosechas del fruto
que el tiempo traía.

Por la mañana un domingo,
como siempre acostumbraba,
se marchó su padre a misa,
cosa que nunca olvidaba.

Le dijo: Antonio
ven aquí, hijo amado,
escucha, que tengo
que darte un recado.

Mientras que yo estoy en misa
gran cuidado has de tener,
mira que los pajaritos
todo lo echan a perder.

Entran en el huerto,
comen el sembrado,
por eso te encargo
que tengas cuidado.

Cuando se ausentó su padre
y a la iglesia se marchó,
Antonio quedó cuidando
y a los pájaros llamó.

Venid, pajaritos,
dejad el sembrado,
que mi padre ha dicho
que tenga cuidado.

Para que mejor yo pueda
cumplir con mi obligación,
voy a encerrar a todos
dentro de esta habitación.

A los pajaritos
entrar les mandaba,
y ellos muy humildes
en el cuarto entraban.

Por aquellas cercanías
ningún pájaro quedó
porque todos acudieron
como Antonio les mandó.

Lleno de alegría
San Antonio estaba,
y los pajaritos
alegres cantaban.

Al ver venir a su padre
luego les mandó callar,
y llegó su padre a la puerta
y comenzó a preguntar:

Dime, hijo amado,
qué tal, Antoñito,
¿has cuidado bien
de los pajaritos?.

El hijo le contestó:
Padre, no tenga cuidado,
que para que no hagan mal,
todos los tengo encerrados.

El padre que vio
milagro tan grande,
al señor obispo
trató de avisarle.

Acudió el señor obispo
con grande acompañamiento,
quedando todos confusos
al ver tan grande portento.

Abrieron ventanas,
puertas a la par,
por ver si las aves
se querían marchar.

Antonio les dijo a todos:
Señores, nadie se agravie,
los pájaros no se marchan
hasta que yo los mande.

Se puso a la puerta
y les dijo así:
Vaya, pajaritos,
ya podéis salir.

Salgan cigüeñas con orden
águilas, grullas y garzas,
gavilanes y abutardas,
lechuzas, mochuelos y grajas.

Salgan las urracas,
tórtolas, perdices,
palomas, gorriones
y las codornices.

Salgan el cuco y el milano,
burla pastor y andarríos
canarios y ruiseñores,
tordos, gafarrón y mirlos.

Salgan verderones,
y las corderinas,
y las cogujadas,
y las golondrinas.

Al instante que salieron
todas juntitas se ponen,
escuchando a San Antonio
para ver lo que dispone.

Antonio les dijo:
No entréis en sembrados,
marchad por los montes,
riscos y los prados.

Al tiempo de alzar el vuelo,
cantan con dulce alegría,
despidiéndose de Antonio
y toda su compañía.

El señor obispo,
al ver tal milagro,
por diversas partes
mandó publicarlo.

Árbol de grandiosidades,
fuente de la caridad,
depósito de bondades,
padre de inmensa piedad.

Antonio divino,
por tu intercesión,
todos merecemos
la eterna mansión.

No hay comentarios:

Publicar un comentario